En teoría

La teoría siempre resulta más fácil que la práctica.

Creemos entender todo a la perfección y defendemos nuestros puntos de vista desde un panorama teórico, la mayoría de las veces.

Todos queremos paz, porque de alguna manera todos conocemos el sufrimiento.
Así que parece sencillo determinar en dónde está el problema.
“Debemos unirnos, ser compasivos, practicar el amor, ser ecuánimes, ser conscientes”, etc…

Intentamos practicar los principios éticos, sobre una base de amor incondicional hacia todos los seres.
Pero qué ocurre si entran a tu casa y te amenazan con matarte? O si vieras que esa persona toma a tu hijo y le arranca los brazos?
Qué surgiría dentro de ti?
Incluso ahora que tienes esa imagen, cuál crees que sería tu respuesta, tu reacción?

Hablar de guerra y de paz, resulta más sencillo que llevarlo a la práctica.
Hablar de que el mundo no debe estar dividido por razas, ni credos, ni política, ni distinción geográfica, puede resultar infructuoso, tomando en cuenta que sí existen esas divisiones, desde el principio de la humanidad. No es algo nuevo!

Hablar de amar a tu enemigo o a tu persona difícil, resulta  sencillo comparado con la acción de amar verdaderamente a esa persona que te está amenazando con un cuchillo, mientras ves que incendia tu casa y tus seres amados están en la misma habitación.
Hablar del odio o del cese del odio, mientras esto está ocurriéndole a alguien lejano o a alguien ajeno a ti, resulta más sencillo que experimentarlo en carne propia.

Así que la teoría y la práctica no son lo mismo. Son cosas muy distintas.

Todos deseamos La Paz y nadie quiere ser violentado.
Pero qué hago yo?
De qué forma me relaciono con mi entorno más inmediato? Ya ni hablemos de qué forma me relaciono con el mundo?
Acepto al otro o me peleo con su forma de ver o resolver?
Respeto las opiniones de los demás?
Me siento amenazado por el mundo que me rodea?
Llevo los principios ético de manera intachable en mi día a día?
Hago algo por la gente desvalida o por los animales de la calle o por alguno que se encuentre en situación difícil? O es únicamente un discurso, el que practico?
Sería capaz de hacerme cargo de algún niño o adulto de la calle o de aquellos “refugiados” que tanto me acongojan?
Que hago realmente por el mundo?
Juzgo a los demás de insensatos, porque creo tener un sano juicio en todo momento?
He lastimado?
Hago daño?
Puedo ponerme verdaderamente en los zapatos de los demás?
Puedo experimentar en cabeza ajena?
Que hago para estar en paz en cada momento de mi vida?
Estoy en paz?

Muchas y tantas preguntas que demostrarían lo que sí practico de manera real.

Qué tal si empezamos por detener cualquier impulso de juicio?.
Acaso no sería más beneficioso empezar a estar presente y darme cuenta de mis estados mentales y de mis estados emocionales, con atención plena, para detener cualquier acto violento que venga de mi mente o de mi habla o de alguna acción agresiva?

Quizás sea más útil guardar silencio y encargarnos de uno mismo, antes de pensar en lo que debería hacer el otro o de determinar, con esa voz, que todo lo sabe, lo que el mundo debería hacer o decir.

Cultivemos La Paz dentro de nuestra mente.
Hagámonos conscientes de nuestros pensamientos y de nuestras acciones.
Empecemos con nosotros mismos.
Miremos hacia adentro y respetemos cualquier cosa que esté a nuestro al rededor, estemos o no de acuerdo con ello. Tratemos de sentir empatía o compasión incluso por lo desconocido.

Quizás ese sea un muy buen comienzo.

Reflexionemos y ahondemos en el sentido de nuestra propia vida y su significado, antes de determinar el sentido del mundo.

Partamos de cero

En el silencio…..